Patrono de Córdoba, Hellín y de los viajeros.
Teodomiro Ramírez de Arellano recoge en su Paseos por Córdoba que cuando la peste asolaba la ciudad en el Siglo XVI, el Arcángel se apareció en sueños al padre Andrés de las Roelas, estando el fraile gravemente enfermo. Durante sus apariciones le reveló que el salvaría a la ciudad de la peste. Parece que, efectivamente, poco después de la última dejaron de morir las gentes de Córdoba. Fue nombrado Custodio Eterno de la ciudad y pocos años después se levantó el primero de los triunfos a él dedicados por la ciudad.
Otro milagro atribuido al Arcángel es la identificación de las reliquias de los Santos Mártires aparecidas en Iglesia de San Pedro. El mismo padre Roelas, aún convaleciente, decidió salir a pasear. Sin apenas darse cuenta llegó al quemadero ( Ronda del Marrubial) y allí vio tres figuras, dos hombres y una mujer que irradiaban gran luz. Al acercarse a él, uno de ellos le habló de San Acisclo y Santa Victoria confirmándole que los restos hallados recientemente les pertenecían.